LLEGÓ EL DÍA
Este domingo, mal que le pese a algún malnacido (por no ser agradecido) falto de memoria y de escrúpulos, se abre un nuevo camino para mí lleno de ilusión y con las mismas ganas que el día que empecé en esto. Nuevos compañeros (...bueno, quizá lo correcto es decir casi nuevos), nuevas metas y lo que es más importante, con la conciencia limpia, cristalina y sin ningún remordimiento.
Jamás renegaré de mi pasado y siempre me sentiré agradecido y deuda con la familia que me acogió en 2006. Han sido los mejores años de mi vida cofrade, eso sí, diez años a pleno rendimiento y sin encoger el esfuerzo. Nadie podrá negar ni poner en duda mi nivel de implicación hasta el último día.
Con las mismas ganas y la misma ilusión comienzo mañana una nueva etapa, que no sé hasta cuando durará, sin pretensión alguna pero con las suficientes horas de vuelo como para saber qué y cuántas cosas debo y no debo permitir.
No es momento para desempolvar antiguas cuestiones.
Es el momento de mirar hacia adelante, despreciando todo aquello que no interese, las alcahuetas de barrio, los malos perdedores, los envidiosos de turno, los que te llaman “gentuza”, los que bajan desde el estrellato para pringarse en el barro cual verdulera vecina, a los que sacrifican gente por el mero hecho de ser tú amigo y como no a los que se parapetan detrás de un brutal complejo de inferioridad para largar ante su cohorte y público lo que no son capaces de decirte a la cara, en definitiva, a todos esos que no son capaces de comprender que el Sol sale para todo el mundo.
Ojalá todo salga bien...